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En esta obra, los símbolos interactúan generando una estructura circular, escalonada y concéntrica. El zodiaco es también un gran iris polifacético, un ojo cosmológico. Las doce casas se reúnen en un disco circular, de lectura abierta. El mandala se puede leer en cualquier sentido, según el lado desde donde se mire. Cada cuadrante tiene su nombre; cada interpretación, sus iluminaciones. El volcán, el mezcal y los comisarios están presentes, junto a los otros seres y lugares que pueblan el mundo imaginario de Malcolm Lowry: hongos, pulpos, escorpiones, zopilotes, calaveras de azúcar, cantinas. Es un carrusel que gira como símbolo del destino y la fatalidad. Es un universo cerrado, de correspondencias secretas.